El próximo domingo 1 de julio
es el XIII del tiempo ordinario y leemos Marcos 5, 21-43. En el Evangelio de
hoy aparecen dos milagros, la inminente muerte de una niña, la hija de Jairo,
un jefe de la sinagoga y la enfermedad de una mujer adulta, que sufría
hemorragias desde hacía doce años. En ambos casos, la necesidad y la desesperación hacen que las
personas busquen a Jesús.
La clave de los dos milagros
se encuentra en la fe: “Hija, tu fe te ha curado” y “no temas, basta que tengas
fe”.
La hemorroísa se acerca a
tocar el manto del Señor con fe, con la certeza de que puede curarla y la
esperanza de que Él lo hará.
Este Evangelio capta el
momento en el que, entre una gran muchedumbre, Jesús tiene la capacidad de
percibir lo invisible y siente el deseo, la emoción, la necesidad de alguien
que necesita de su contacto y de su salvación.
En nuestra vida diaria vivimos
acelerados, vamos corriendo de un lado a otro, siempre hay razones para no
pararnos, para no mirarnos, para no sentir, no observar….. El egoísmo nos ciega
y no nos deja descubrir quién intenta tocarnos, quién intenta hablarnos, quién
nos mira, quién nos solicita, quién nos llama, quién nos necesita.
También nosotros podemos
compartir el lugar de Jesús, (desde nuestra pequeñez y aún bastante lejos de
parecernos a Él) y asumir que somos
instrumentos de Dios, para tocar, ayudar y sanar un poquito el dolor de otros
que nos necesitan.
Jesús le dice a la hija de
Jairo “Talitha qumi” que significa “contigo hablo niña, levántate”, Jesús nos
invita a todos a levantarnos, que nuestro corazón no muera en la tristeza, el
pesimismo, la angustia, el desaliento, quiere resucitar nuestros corazones del
miedo, la indiferencia, el egoísmo y humanizarnos.
El que ama y se sabe amado, no
tiene miedo a pedir y no se reserva nada cuando se trata de dar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario