lunes, 21 de diciembre de 2009

Sagrada Familia

El próximo 27 de diciembre celebramos la fiesta de la Sagrada Familia y la liturgia nos propone el texto de Jesús perdido y hallado en el templo en Lc 2, 41-52.
Los padres de Jesús vuelven de Jerusalén y después de un día de camino se dan cuenta que Jesús no iba con ellos. Cuando vuelven a buscarlo, lo encuentran en el Templo discutiendo con los maestros. Ellos le recriminan su actuación y Jesús vuelve con ellos a Nazaret.
Nos encontramos a Jesús hecho ya todo un hombrecito. La Ley mosaica ya le obliga al cumplimento de todos sus preceptos, incluso el de subir a Jerusalén para las fiestas. Y en una de ellas, se pierde. No deja de sorprender que un joven, capaz de codearse con lo más granado del Templo, sea capaz de someterse a la voluntad de sus padres y, a pesar de la contestación propia de un adolescente, vuelva con ellos. También resulta curioso que la reprimenda esté en boca de María y que José no diga nada.
Pero yo me imagino la escena de otra forma, como padre, la primera reacción es coger al chaval y darle un abrazo, luego… un bofetón y, a partir de ahí, ya podríamos haber hablado de lo que hubiese sido. Y, la vuelta, después de la evidente discusión, tensa, el silencio se tendría que poder cortar. Tal vez, el que esos doce años sea la edad de mi hija, me haga verlo así.
La intención del evangelista es clara. Intenta mostrarnos la imagen de una familia normal, con sus pequeñas disputas. Pero también una familia divina, por las palabras de los protagonistas.Una de las características de este texto es el amor que se entrevé en la relación familiar. Y otra, la angustia que se respira en los padres. ¿Qué te angustia? ¿Qué hace que te sientas desasosegado? ¿Buscas a Jesús en esas situaciones como lo hicieron sus padres?