lunes, 9 de marzo de 2009

3er Domingo de Cuaresma

Este 15 de marzo celebramos el 3er Domingo de Cuaresma y leemos Juan 2, 13-25. Otro clásico de la Cuaresma. La expulsión de los mercaderes del Templo y la controversia sobre la naturaleza del mismo. El evangelista nos cuenta la secuencia como en un flash-back cinematográfico y, al final, añade una tercera parte en la que los apóstoles entienden lo sucedido a los ojos de la resurrección y nos cuenta qué más pasó durante esa estancia de Jesús en Jerusalén.
El texto recoge, en las posturas de los judíos del Templo y en la de Jesús con sus discípulos, dos concepciones distintas de la Religión. La semana pasada, cuando escribí el comentario, me preguntaba si no estaría cayendo en el activismo. Pero, esta semana otro evangelista confirma lo que os decía la anterior. Jesús viene a confirmar que el auténtico templo es Él, y nosotros, como hermanos suyos, también.
Esas dos concepciones son la de ver a los hermanos como Templo en el que habita realmente Dios y la de intentar manipular a los otros y al mismo Dios con ornatos y halagos que no necesita porque ya conoce nuestro interior. Porque eso no sirve si no va acompañado de la visión de Dios en los que nos rodean. Una amiga mía lo describía muy bien: “vamos al templo y nos centramos en Dios, sin saber ni preocuparnos por la persona que está a nuestro lado, o buscando sitios en que no tengamos que relacionarnos con nadie más”. Como dice el salmo 51, el sacrificio que agrada al Señor no son los holocaustos, sino un corazón contrito.
Esto puede quedarse en palabras bonitas, lo difícil es creérselo como lo hizo Jesús y llevarlo hasta sus últimas consecuencias dentro de nuestras posibilidades. El pecado en el que puedo caer yo es el de querer manipular a Dios, intentar que diga lo que quiero oír. Y tú, ¿Cómo concibes la Religión? ¿Qué es para ti el templo? ¿Cuál es tu pecado?