jueves, 11 de noviembre de 2010

33er Domingo del Tiempo Ordinario

Texto: Lc 21, 5-19

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido». Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: “Yo soy”, o bien: “El momento está cerca”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida». Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Comentario:

Este 14 de noviembre celebramos el 33er Domingo del Tiempo Ordinario y leemos Lc 21, 5-19.

El texto sigue en la línea escatológica de la semana pasada, recoge el momento en el que Jesús anuncia la destrucción del Templo de Jerusalén y habla del fin de los tiempos. Cuando los falsos profetas anuncien que está cerca, no os preocupéis. Cuando veamos los signos que menciona el texto, entonces aún nos queda tiempo, pero no debemos preocuparnos por defendernos, Él nos inspirará la palabra oportuna, todos nos traicionarán y odiarán por Él. Pero hay una esperanza, ni un pelo de nuestra cabeza caerá, si nos mantenemos fieles nos salvaremos.

El evangelio pretende darnos fuerzas, Jesús nos consuela, a pesar de todo, Dios está a nuestro lado. Aunque parezca que las cosas nos van cada día de mal en peor, Él nos salvará. La fe, la confianza en Jesucristo lo puede todo. Lucas escribe para una comunidad que necesita esa fortaleza, pero también para nosotros hoy. Jesús nos habla no del final, sino del tiempo intermedio, de nuestro hoy, todas esas persecuciones, traiciones, odio… se nos presentarán antes del final, tal vez para probar nuestra fe, para probar que de verdad somos merecedores de la salvación, no podremos quedarnos quietos, como recuerda Pablo a los Tesalonicenses.

Si hay algo que realmente nos aporta el hecho de ser cristianos es el profundo sentimiento de libertad que nos acompaña. Digo libertad, porque cuando realmente te crees el mensaje de Cristo te das cuenta que lo que realmente importa es la relación de amor que mantienes con Él, eso te permite poder decir las cosas sin ataduras, como lo hizo Jesús. Ese sentimiento es el que nos ayuda a mantenernos firmes para alcanzar la vida con mayúsculas. Por otro lado, debemos tener claro que la fidelidad al mensaje de Cristo nos costará granjearnos alguna enemistad, porque en quienes no lo entienden, escuece.

Tu y yo, ¿seremos capaces de superar las pruebas?