sábado, 22 de enero de 2011

3er. Domingo del Tiempo Ordinario

Texto: Mt 4, 12-23
Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que habla dicho el profeta Isaías: "País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló." Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos."
[Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: "Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres." Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.]

Comentario:
Este 22 de enero celebramos el 3er. Domingo del Tiempo Ordianario y leemos el Evangelio de Mateo 4, 12-23. El texto recoge el momento en que Jesús va a establecerse a Cafarnaún, comienza su predicación y en el camino comienza a llamar a los que serán sus apóstoles.
Dos cosas llaman la atención de este pasaje. La primera el mensaje de Jesús, sencillo, breve, contundente, el reino de los cielos está cerca, y eso tiene que hacernos cambiar nuestra forma de ser, debemos abandonar nuestros egoísmos, darnos a los demás, dejar de preocuparnos por cosas que no tienen importancia y fijarnos en las necesidades de quienes tenemos alrededor. Y, por otro lado, el poder convicción, la personalidad atrayente de quien portaba este mensaje. Yo no sé vosotros, pero si cualquiera que me viniese con un mensaje así, me dijese que le siguiese, la llevaría clara. Está claro cuál era el mensaje, pero cómo lo presentaría para que unos pescadores que estaban ganándose la vida honradamente, lo dejasen todo por ir tras él. Y, a lo largo de su vida pública no dejó a nadie indiferente, por un motivo u otro.
Por desgracia, no contamos con su presencia física entre nosotros para que nos atraiga de esa forma. Pero su mensaje sigue vivo, y él también. A veces, quienes nos lo presentan lo hacen, con buena intención, de forma torpe. Pero debemos saber mirar más allá de esas limitaciones humanas y aprender a ver en ellos al mismo Jesús que camina entre nosotros. Sólo una pregunta: ¿Somos conscientes que Jesús está a nuestro lado y que es él quien pone en quienes propagan su mensaje esas palabras, somos conscientes que está vivo a nuestro lado y que es él quien inspira en nosotros las palabras adecuadas para consolar, acompañar, ayudar…?