lunes, 3 de agosto de 2009

19º Domingo del Tiempo Ordinario

En continuidad con la semana pasada, este 19º Domingo del Tiempo Ordinario, 9 de agosto, leemos Juan 6, 41-51.
Esta vez nos encontramos con la respuesta de quienes critican a Jesús: “¿No es éste el hijo de José? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?”. Y con la respuesta de Jesús: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre”.
Dos ideas puedo entresacar de este Evangelio. La primera, en relación con la primera lectura del libro de los Reyes. En ella, Elías se desespera y Dios le manda un alimento con el que pudo caminar cuarenta días y cuarenta noches. Leyendo este texto a la luz del Evangelio, Jesús es ese alimento, ese pan que nos permite afrontar nuestras situaciones vitales extremas. La vida nos puede llevar a situaciones difíciles, desesperantes, como llevó a Elías, pero Dios pone a nuestro alcance las herramientas para superarlas.
Por otro, centrándonos sólo en el texto de Juan, nos encontramos con los judíos que critican a Jesús. Ellos, como nosotros, son esclavos de su experiencia, ¿cómo alguien a quien hemos visto nacer y crecer nos dice que ha bajado del cielo?, ¿cómo alguien puede decir que la muerte no tiene poder sobre nosotros, cuando todos los días muere gente? Pero este es un nivel de experiencia que se queda en lo exterior. La experiencia interior nos lleva más allá. El ejemplo más claro sería el escepticismo instalado en nuestra cultura, que para el mundo científico es bueno, en lo afectivo resulta contraproducente. O como dijo Pascal: “La fe tiene razones que la razón no conoce”.¿Dónde basas tus relaciones con los demás y con Jesús, en el escepticismo o en la confianza? ¿en la duda o en la fe?