lunes, 6 de julio de 2009

15º Domingo del Tiempo Ordinario

Este 15º Domingo del Tiempo Ordinario continuamos leyendo el Evangelio de Marcos capítulo 6, versículos del 7 al 13. El texto recoge el envío de los discípulos de dos en dos a predicar y a curar dándoles poder para expulsar demonios, y cómo Jesús les dio una serie de instrucciones para el camino sobre qué llevar y cómo comportarse. Tienen que llevar un bastón y sandalias, especificando qué no deben llevar: pan, alforja, dinero ni siquiera túnica de repuesto. Y les manda quedarse donde les reciban y donde no los reciban que se vayan pronto sacudiéndose el polvo de los zapatos.
Jesús manda a los Doce, doce que se suman a la proclamación del Reino, esa es su misión, anunciar el Reino. Es curioso que Marcos nos dé tan pocos datos del contenido del mensaje de Jesús, no nos dice qué tienen que predicar, ya nos lo dijo en los primero versículos del Evangelio, pero lo importante no son las ideas sino los hechos.
Hoy, Jesús sigue haciendo lo mismo, sigue encomendándonos una misión, la misma misión, predicar la implantación del Reino de Dios. De la misma forma que envió a los Doce, a nosotros nos pide que llevemos un apoyo y una defensa, pero ninguna seguridad. Nos pide que disfrutemos de lo que se nos ofrezca, pero que no nos estanquemos en ello y que nos liberemos de todo aquello que nos puede atar, especialmente de nosotros mismos, de nuestros intereses, para que nuestro único objetivo sea el Reino.
Jesús nos manda para que le ayudemos en su misión, liberar del mal y anunciar el Reino, pero ¿cómo lo vamos a hacer si no nos liberamos de nuestros propios males? ¿si nosotros no hemos integrado el mensaje del Reino? Para eso nos da esas instrucciones para que nos liberemos e integremos el mensaje.