martes, 20 de enero de 2009

3º Domingo del Tiempo Ordinario

Este 25 de enero celebramos el 3 Domingo del Tiempo Ordinario pero, este año, con motivo del año jubilar paulino, las lecturas corresponden a la fiesta de la Conversión de San Pablo, así que el Evangelio de hoy es Marcos 16, 15-18. El texto forma parte de lo que se conoce como el logión de Marcos, el texto no forma parte del evangelio original pero está reconocido como si lo fuese.
Relata una aparición de Jesús a los once, Judas ya no estaba con ellos. Y los envía al mundo entero a proclamar la buena noticia que da origen a la obra de Marcos: la llegada del Reino de Dios, a invitar a la gente a que crea y se bautice. De nuevo, los signos de la fe, de esa creencia son sorprendentes y hacen que todos nos planteemos si realmente creemos, porque somos incapaces de realizar tales proezas (coger serpientes, beber veneno mortal o sanar imponiendo las manos). Estas mismas proezas constituyen los signos de la llegada del Reino de Dios, ese que nosotros decimos construir.
En consonancia con la fiesta que celebramos esta es la misión que llevó a cabo Pablo, dedicó su ministerio a todo el mundo, a los que no pertenecían a la misma fe que los apóstoles, a los gentiles.
Esta misión que fue encomendada a Pablo es la misma que tenemos encomendada cada uno de nosotros y que debemos llevar a cabo en nuestra vida. Cuando seamos capaces de hacerlo, nuestra fe será gratificada con la realización de proezas, tal vez no tan espectaculares, pero seguro que igual o más efectivas en el corazón de quienes nos rodean.
¿Qué finalidad tienes en tu vida? ¿La dedicas a la misión que Dios te ha encomendado? ¿Has descubierto cuál es esa misión?