martes, 8 de junio de 2010

11º Domingo del Tiempo Ordinario

Texto: Lc 7, 36-50
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: «Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora». Jesús tomó la palabra y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». Él respondió: «Dímelo, maestro». Jesús le dijo: «Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?» Simón contestó: «Supongo que aquel a quien le perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado rectamente». Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama». Y a ella le dijo: «Tus pecados están perdonados». Los demás convidados empezaron a decir entre si: «¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?» Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».
Comentario:
Este 13 de junio retomamos el Tiempo Ordinario y celebramos el undécimo domingo de este tiempo, y leemos Lucas 7, 36-50.
El texto recoge ese pasaje en el que Jesús va a comer a casa de un fariseo y se les cuela una pecadora que lava los pies de Jesús con un perfume carísimo y con sus lágrimas y se lo seca con su cabello. Jesús aprovecha para contar la parábola de los dos deudores, uno debía mucho y otro poco, Jesús pregunta quién amará más al que les ha perdonado. La respuesta es clara, al que más se le perdona. De igual manera, al que se le perdonan más pecados amará más al Señor. Jesús perdona a la pecadora por el amor que ha manifestado.
La identificación de figuras es evidente. El fariseo es el menor deudor que, por tanto, no tiene la necesidad de sentirse agradecido y la pecadora es la mayor deudora que, por habérsele perdonado mucho, ama mucho. La tradición identificó a esta pecadora con la Magdalena, pero como vemos Lucas no hace esta correlación. Tal vez sí que habría que destacar en este texto la preocupación de Lucas por los más desfavorecidos, en ese momento también las mujeres.
A nivel personal, el otro día me acusaron de ser excesivamente afectivo, lo que hizo que me sintiese bastante mal, y el texto de hoy me viene al pelo, tal vez lo sea porque me sé más pecador, más perdonado y, por tanto, más agradecido. Todos somos pecadores, a todos Dios nos acoge como somos, lo que tenemos que hacer es arrancar de nosotros esos sentimientos identificados con el fariseo de no sabernos deudores y fomentar los de la pecadora reconociendo nuestra situación deudora, pidiendo perdón y siendo agradecidos.