domingo, 11 de enero de 2009

2º Domingo del Tiempo Ordinario

Este 18 de enero celebramos el segundo domingo del Tiempo Ordinario y leemos Jn 1, 35-42.
Estamos al principio del Evangelio de Juan y nos encontramos con que éste comienza su texto haciendo una puesta en escena, una presentación de los personajes que van a componer su obra. En este caso, el Bautista que según el prólogo tenía que anunciar al Mesías, señala a Jesús como el Cordero de Dios. Unos discípulos del Bautista le siguen para ver dónde vive. Luego uno de ellos le presenta a su hermano Simón al que Jesús llamará Pedro.
La verdad es que el texto de esta semana resulta muy propio de Juan. Releyéndolo el autor consigue introducirte en una atmósfera casi onírica, la sensación me recordaba tardes de 5º de EGB en primavera, con el sol inundando la clase y leyendo Platero y yo, o a ese entorno que rodea algunas películas de Buñuel sin apenas diálogo, incluso más recientemente el Gran Silencio, no me preguntéis porqué. La verdad es que parece que el silencio domina la escena, son pocas las palabras pero muchas las miradas cargadas de significado que van más allá de lo que podemos expresar con la boca.
El evangelista consigue que nos introduzcamos en una dimensión distinta de la que estamos acostumbrados. Normalmente, cualquiera de nosotros habría referido estos hechos llenándolos de palabras justificando que unas personas sean capaces de dejarlo todo por seguir a otra que no conocen. Pero Juan, no. Juan prefiere inducir sentimientos. A la postre, este el lenguaje del Evangelio: los sentimientos. Y lo que hacen las palabras es enmascararlos.
¿tienes miedo al silencio? ¿llenas tu vida de ruidos, de palabras, de conversaciones vanas? ¿serías capaz de dejarlo todo por seguir a un desconocido?