lunes, 9 de febrero de 2009

6º Domingo del Tiempo Ordinario

Este 15 de febrero celebramos el 6º Domingo del Tiempo Ordinario y leemos Marcos 1, 40-45.
El texto continúa situado en tierras de Galilea. Y, en él, vemos a un leproso que le pide a Jesús que lo cure, éste lo hace y le prohíbe que diga nada pero, en cuanto lo deja, comienza a proclamar lo que el Hijo de Dios ha obrado en él. Esto hace que toda la gente le siga y no pueda entrar en los pueblos.
Seguimos en el mismo contexto y dinámicas de la semana pasada. La idea es la misma, Jesús quiere que le sigamos por el Reino y nosotros le seguimos sólo por los signos de ese Reino, perdiéndonos lo fundamental. Esto le impide a Jesús entrar en los pueblos, tiene que quedarse fuera y, aún así, van a buscarle.
Pero vamos a ver lo específico de hoy. Primero, debemos darnos cuenta que el leproso pide la curación; reconocernos imperfectos ante el que es perfecto es requisito para comenzar a cambiar. Marcos aprovecha para mostrarnos una característica psicológica de Jesús, la compasión. Jesús siente compasión y lo cura. La verdad es que todo en la vida de Jesús es “com-pasión”.
Y por otro lado, me ha parecido interesante un dato, la importancia que da el evangelista a la voluntad. La voluntad del leproso de querer curarse, la interpelación que hace a la voluntad de Jesús, “si quieres, puedes” y la voluntad de éste de que se cure. En Jesús como en el amor la clave es querer. Si queremos podemos.
Y tú ¿quieres?