sábado, 5 de noviembre de 2011

32º Domingo del Tiempo Ordinario

Texto: Mt 25, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el Reino de los Cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!” Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: “Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”. Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”. Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”. Pero él respondió: “Os lo aseguro: no os conozco”. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

Comentario:

Este 6 de noviembre celebramos el 32º Domingo del Tiempo Ordinario y la liturgia nos propone el texto de Mateo 25, 1-13, el pasaje es bastante conocido, la parábola de las 10 doncellas, la 10 vírgenes, de las que cinco eran sensatas y cinco necias, cómo aquéllas tienen aceite para esperar al novio y éstas, no. Y todo esto viene a que el Reino de los cielos se parecerá a esas doncellas. Nos encontramos ante textos seleccionados especialmente para este final del año litúrgico. Jesús nos sitúa en la tesitura de la espera cierta, el novio llegará; pero también ante la incertidumbre del momento en que eso sucederá. Nos invita a estar vigilantes, expectantes. Ante esta situación, lo importante es la actitud que las doncellas, que nosotros tomemos ante esa certeza e incertidumbre.

Jesus nos invita a dotar de sentido a nuestra vida, a que no nos enfrentemos sin esperanza a este valle de lágrimas. Como dijo un amigo mío, predecesor y maestro en esto del comentario del Evangelio: “Vamos a Dios, vamos al Padre, aunque sea pasando por una puerta dura, pero el final es maravilloso”. Vivir la vida con la certeza de que tiene sentido, dota a esa espera, a esa incertidumbre de sentido. Así la actitud de las doncellas sensatas, dota de sentido su vida; mientras que las necias, malemplean su vida y buscan compulsivamente la satisfacción de los deseos y estar permanentemente consumiendo sensaciones, buscando convertir en metas nuestros propios logros, convirtiéndose así dioses con pies de barro.

Pero los seguidores de Jesús, debemos saber cuál es nuestro fin, cuál es nuestro destino, qué es lo que quiere Dios de nosotros. Los seguidores de Jesús estamos llamados a ser las doncellas que dotan de sensatez el mundo, las que guardan el aceite para cuando llegue el novio.

Si esto es así, que creo que sí, ¿somos realmente seguidores de Jesús, somos sensatos? O, por el contrario ¿sólo nos llamamos seguidores de Jesús y somos necios?