miércoles, 21 de diciembre de 2011

Navidad

Texto: Jn 1, 1-18

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Comentario: (realizado por Pepe)

¡Cuántas veces habré escrito la palabra infinito!, ¡Cuántas veces para hacer referencia a números, a resultados matemáticos, a cualidades como la paciencia o la imaginación! ¡Qué fácil parece entender esto!
San Juan nos habla del Misterio, nos introduce este mismo concepto de infinito que usamos tan a la ligera, pero él lo aplica a la Palabra, esa Palabra que nos da la luz que nos da la vida, ella es infinita y existía desde siempre y existirá por siempre, esa Palabra que es Dios mismo.
Juan no nos presenta para hoy ese escenario tan bonito, tan familiar, conocido y querido por nostros que es el belén. Eso fue para ayer, hoy Jesús ha nacido, hoy esa Palabra se ha hecho carne y habitará entre nosotros por siempre, no importa que hoy sea niño o que mañana sea crucificado, Él es infinito.
Hace unos días vi por el colegio unos carteles que decián algo así como "Jesús no va a venir….. porque nunca se ha marchado". Y efectivamente, Él es la Palabra, Él da respuesta al misterio.
Jesús, el Hijo de Dios, ha venido a nuestras casas, es mandado para dar luz a nuestra vidas, para salir de las tinieblas, ya nada será igual, es la respuesta al misterio, es el Sentido. Después de reflexionar con las palabras de Juan, se me antoja más fácil de entender este misterio antes que ese resultado matemático que dice algo dividido entre 0: infinito. Y si es así, dejemos pues que Jesús ilumine nuestras vidas.
Y después de meditar sobre este Evangelio y ponerme a escribirlo me doy cuenta que, a nivel personal, me ha servido más meditar sobre la Palabra, que esforzarme en asistir, aunque sólo fuese de cuerpo presente a cientos de actos religiosos vacíos, siento que pararme a escribir ha hecho que llegue ese "momento", en el que Dios se digna tocarte el corazón, ese "momento" de conversión, de esas que dicen que sólo se dan una vez en la vida.