lunes, 3 de octubre de 2011

28º Domingo del Tiempo Ordinario

Texto: Mt 22, 1-14

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: “Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda”. Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: “La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda”. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en que uno no llevaba traje de fiesta y le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?” El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos».

Comentario:

Este 9 de octubre celebramos el 28º Domingo del Tiempo Ordinario y leemos Mt 22, 1-14. Seguimos con la secuencia de parábolas que lleva acompañándonos esta serie de domingos, esta vez hemos abandonado el tema de las viñas, pero la cuestión central sigue siendo la misma de estos domingos pasados, con un paso más allá.

El texto se refiere a la parábola del banquete de bodas, ese en el que un rey celebra un banquete y la gente a la que invita no va, invita luego a la gente de los caminos y estos van, pero hay algunos que no se presentan de forma adecuada y a esos también los echa. Porque muchos son los llamados y pocos los elegidos.

Un par de aspectos conviene resaltar de este evangelio. El primero que el pasaje de hoy nos lleva un paso más allá de la semana pasada, los primeros serán los últimos, los últimos nos precederán, los últimos sustituirán a los primeros, y ahora de esos últimos resulta que no todos valen, muchos están llamados, pero no todos son elegidos. Si estos domingos teníamos la autocomplacencia, el orgullo y el desprecio como vicios en los que podemos caer. Veíamos como nos podían quitar el Reino de Dios para dárselo a otros por el hecho de creernos con derecho a él. Todos podemos ser jornaleros del Reino, pero cualquiera puede hacerse indigno. Todos podemos ser, pero pocos son.

El segundo de los aspectos centrado en la parábola que se nos invita al banquete pero debemos ser dignos del mismo. Incluso una vez dentro, podremos creernos que ya está… no es así, podemos resultar indignos, conviene estar atentos y no creernos mejor que nadie.