viernes, 27 de mayo de 2011

6º Domingo de Pascua

Texto: Jn 14, 15-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que este siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros. No os dejaré desamparados, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él».

Comentario:

Este domingo, 29 de mayo, celebramos el 6º Domingo de Pascua y se nos ofrece el texto de Juan 14, 15-21. Siempre que vuelve a mis manos este pasaje, no puedo evitar acordarme del chiste… después de este texto, uno de los discípulos le dijo a Jesús: Maestro, me encantas por lo bien que te explicas. Claro que el texto puede parecernos enrevesado; me voy… pero no os dejo, la contraposición entre el mundo y nosotros… el que me ama tiene que hacer lo que mando… conceptos que parecen antitéticos, incluso contrarios. Y si leemos con detenimiento nos damos cuenta que el texto es contínuación del de la semana pasada: sigue el mensaje tranquilizador, no estamos solos, sabemos hacia dónde vamos y sabemos cúal es el camino… no estamos perdidos. El evangelio de Juan recoge en estos textos el testamento vital de Jesús, de hecho me ha sonado al testamento de Luisjo, quien estubo haciendo este comentario muchos años.

Pero el gran protagonista de este Evangelio es posiblemente el que ha pasado más desapercibido, ese Defensor, que nos ayudará a comprender el sinsentido de la muerte de Jesús, que nos hace presente a Jesús y con Él al Padre.

Por encima de todo queda una cosa, el AMOR. El que me ama, hace lo que digo. No porque se lo imponga, no por respeto o por miedo, sino porque el que ama quiere satisfacer al amado, quiere complacerlo, por eso hace las cosas.

En alguna ocasión ya os comenté que un amigo mío, especialista en san Juan, decía que en el lenguaje joánico, Jesús es el amado; el Padre, el amante; y el Defensor, el amor. Desde esta perspectiva el texto cobra una nueva luz.

¿Qué motivaciones tienes para guardar los mandamientos? ¿el amor o el temor? ¿el deseo de satisfacer al otro o satisfacer mis necesidades?