martes, 30 de marzo de 2010

Pascua de Resurrección

Texto: Jn 20, 1-9
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no hablan entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Comentario:
Este 4 de abril celebramos el Domingo de Resurrección y, como siempre, leemos Juan 20, 1-9.
El texto recoge el momento en que las mujeres van al sepulcro y se encuentran la losa corrida, la tumba vacía y van a contárselo a los discípulos. Pedro y el discípulo amado, van corriendo y al verlo vacío creen.
¿Cómo puede una persona situarse ante un hecho tan trascendente, que desafía de tal forma la razón? Pedro y el otro discípulo vieron y luego creyeron. El hecho es innegable, el sepulcro está vacío. Ahora, ¿qué interpretación hacemos de este hecho? ¿Dónde queremos poner el origen de la desaparición de un cadáver? Para el discípulo amado, en el que podemos reflejarnos todos, la explicación más lógica, más completa, con más sentido es la Resurrección. Con ella Dios ha corroborado la vida de Jesús. Si no se hubiese producido hoy no estaríamos hablando de Jesús, Él no podría ser para nosotros un ejemplo a seguir.
Que el amor de Jesús está vivo entre nosotros es una realidad indiscutible, no porque haya algún hecho que lo certifique sino porque la vida de cientos, de miles de personas, lo demuestran con su amor incondicional. La Iglesia ha cuidado y transmitido este amor, y las personas que nos lo han demostrado así lo han entendido. Por ello debemos estarle agradecidos, por ello debemos corresponder a ese amor.Hay un cartel en mi colegio que dice que la amistad es el único activo que se multiplica repartiéndolo, y creo que con el amor pasa lo mismo. Así que la única manera que tenemos de comunicar la Resurrección, el amor de Jesús entre nosotros, es AMANDO. ¿A quién demuestras tu amor? ¿Y con qué finalidad? ¿Es verdadero amor? ¿Ven los demás el amor de Dios resucitado en tu amor?