lunes, 29 de diciembre de 2008

2º Domingo de Navidad

Este 4 de enero celebramos el segundo domingo de Navidad y leemos el evangelio de Juan, capítulo 1, versículos del 1 al 18.
Este mismo texto ya lo leímos el día de Navidad y recoge como sabéis el prólogo de Juan, ese que se leía antiguamente en todas las misas. Teológicamente una maravilla, pero para hacer un comentario resulta demasiado denso.
Pero un aspecto me ha llamado la atención. Juan no se priva, ya desde el principio de hacer una reflexión sobre lo que es una relación con Dios, la revelación y la fe, la iniciativa de Dios y la respuesta del hombre. Toda la primera parte del texto fundamenta este diálogo entre Dios y los hombres, aunque no siempre la respuesta es la misma, la respuesta del hombre puede ser de aceptación o de rechazo.
La segunda parte, a partir del v. 14 se inserta en el hecho histórico. Dios se ha hecho hombre, el verbo se ha encarnado. Y el no reconocerlo como tal constituye una culpa de la que no podemos escapar.
Una vez escuché a un hombre de fe, un profesor de espiritualidad que decimos muchas veces de Jesús está vivo, pero que no nos lo terminamos de creer. La presencia de Cristo-Jesús en nuestras vidas no se trasluce en nuestros actos, no nos interrelacionamos con él como lo hacemos con el resto de quienes nos rodean. A pesar de repetirlo, no nos lo creemos. Y bien pensado, tenía razón. Nuestras vidas no reflejan esa relación. Todos nosotros reflejamos las realidades que nos rodean y nos han rodeado, y sin embargo, muy pocos llegan a traslucir esa presencia real de Dios en nuestras vidas. ¿A qué grupo perteneces tú?