lunes, 23 de noviembre de 2009

1er. Domingo de Adviento

Este 29 de noviembre comenzamos un nuevo ciclo litúrgico, el C, cuyo evangelista es Lucas. Y comenzamos también un nuevo tiempo litúrgico, el Adviento, en el que la dinámica es que Dios va a cumplir sus promesas y la invitación permanente a la vigilancia, a estar atentos, preparados.
El evangelio de este primer Domingo de Adviento está tomado de Lucas 21, 25-28.34-36. Y en la primera parte, parece que siguiésemos con el lenguaje apocalíptico de la semana pasada, describiendo una serie de signos; y en la segunda se nos intenta implicar en el texto, se nos invita a la vigilancia. El día que veamos esos signos debemos estar orgullosos porque se acerca nuestra liberación. Como todo lenguaje apocalíptico esconde un mensaje de esperanza, de ánimo para quienes están sufriendo persecución.
En el contexto del adviento este evangelio nos invita a estar atentos a los signos de la venida del Señor, a no perder la confianza. El Mesías viene a nosotros y no nos abandona. Él viene a nosotros para liberarnos de las penurias que por nuestra condición de discípulos podamos sufrir. Él viene a nosotros para que no nos olvidemos que él está a nuestro lado, que viene junto a nosotros para que no nos perdamos por el camino.
Jesús es quien debe orientar nuestra vida, debe ser quien nos muestra el camino hacia el Amor. Es el único que puede hacer que desarrollemos nuestra única vocación, ser personas en plenitud, como Él lo fue y lo sigue siendo para nosotros.
El anuncio de la venida de Jesús hay a quienes les puede causar temor, pero para quienes confiamos en Él sólo nos puede generar paz. ¿Qué sentimientos te provoca a ti?