lunes, 2 de noviembre de 2009

32º Domingo del Tiempo Ordinario

El próximo 8 de noviembre celebramos el 32º Domingo del Tiempo Ordinario, y la liturgia nos propone el texto de Marcos 12, 38-44.
El texto del óvolo de la viuda. Ya sabes, cuando Jesús en el revuelo del Templo enseña a la gente, pero luego llama a sus discípulos para darles una lección especial. A todos les enseña que tengan cuidado con los letrados, y a los discípulos les hace caer en la cuenta que la viuda que da de lo que necesita, está ofrendando más que quienes dan de lo que les sobra.
Tanto los letrados como las viudas pertenecían a un nivel económico bajo. Pero Jesús se esfuerza en establecer las diferencias entre ambos, por un lado quienes gustan de empavonarse y valerse de la religión para saciar su codicia, y por otro quienes desinteresadamente se dan incluso a sí mismas.
El letrado conocedor de la ley mosaica se esforzaba en cumplir la ley, en su forma, pero no en el fondo, cosa que Jesús les critica una y otra vez. La viuda, sin conocer apenas la ley, conoce el verdadero sentido de la misma, es lo que hoy llamaríamos el sentido de la fe del pueblo. La viuda sabe dar a Dios lo que le pertenece aún a costa de sí misma.
De nuevo, la Palabra de Dios nos quiere dar un ejemplo a imitar a través de las mujeres, esta semana especialmente en las viudas. Viudas que son capaces de depositar su confianza en Dios, que ponen su vida en las manos de Dios, que confían en él como los pájaros del cielo o los lirios del campo.
¿Con qué intención me acerco a la Iglesia, con la del letrado o con la de la viuda? ¿soy capaz de confiar hasta el punto de darme a mí mismo, hasta el punto de poner en juego aquello que es vital para mí?