lunes, 13 de julio de 2009

16º Domingo del Tiempo Ordinario

Este 19 de julio, con un pequeño salto respecto de la semana pasada leemos Marcos 6, 30-34, para celebrar el 16º Domingo del Tiempo Ordinario. El texto parece de mera transición para insertar la primera multiplicación de los panes y de los peces, pero si nos fijamos encontramos muchos matices, los Doce han vuelto de la misión que les encomendó Jesús, vuelven a estar juntos y para comentar los logros y penurias deciden marcharse para que la gente les deje hablar tranquilos, pero se enteran de dónde van y les siguen, y como le dan lástima, Jesús decide seguir enseñándoles con calma.
Por un lado tenemos la actitud de la gente, que sigue sin enterarse de qué va la fiesta. Siguen a Jesús por los signos y no por el mensaje del Reino. Por otro, los apóstoles que, como continuadores de la obra de Jesús, comienzan a vislumbrar la importancia de acompañar los hechos con el mensaje del Reino. Y, finalmente, Jesús, consciente de que su gente necesita descanso, pero también consciente de las necesidades de la gente, capaz de modificar sus planes en virtud de esas necesidades.
Tal vez este sea el aspecto más reseñable. Jesús está atento a las necesidades de la gente, tanto a las espirituales como a las materiales, como veremos la próxima semana. Un amigo mío dice que la tarea pastoral no se programa pero Jesús sí que programa, sólo que es capaz de modificar esa programación. Jesús no improvisa, nosotros debemos hacer lo mismo y desarrollar la capacidad de adaptarnos en función de las necesidades que detectemos en quienes nos rodean. El día que tú y yo no nos conmovamos con las necesidades de quienes nos rodean, ese día debemos plantearnos dónde nos hemos desviado del camino.