miércoles, 30 de noviembre de 2011

2º Domingo de Adviento

Texto: Mc 1, 1-8

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: “Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos”». Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero El os bautizará con Espíritu Santo».

Comentario:

Este 4 de diciembre celebramos el segundo domingo de Adviento y leemos el principio del evangelio de marcos, cap. 1 vv. 1-8.

El texto narra la introducción haciendo alusiones al profeta Isaías, y estableciendo las correspondientes referencias entre Juan el Bautista y Elías.

Si os soy sincero, la verdad es que me ha costado elaborar este comentario, como que parece totalmente intrascendente, de mera presentación. Si nuestra reflexión fuese sólo a nivel teológico o exegético sí que podríamos encontrar varios puntos para tratar como la traducción que se ha hecho del texto original griego, que está llena de matices. Permitidme que me centre en uno de ellos que además dio origen a una conversación con un especialista, la idea es que siempre nos han transmitido que la Buena Noticia, el Evangelio, al que se refiere el versículo 1, es el propio Jesús; pero la Buena Noticia en todo el Evangelio es la llegada del Reino de Dios, que Marcos nos anuncia ya presente entre nosotros.

Un Reino presente entre nosotros y que a nosotros nos toca manifestar, explicitar. Nos acercamos a unos días en los que por todos los lados nos venden la solidaridad, el amor y los buenos deseos, pero la implantación del Reinado de Dios no puede ir por días, temporadas o ratos. Es cierto que lo que se hace es bueno, pero no deja de ser caridad, limosna, y no verdadera justicia y verdadero amor.

La pregunta de hoy es clara y ya nos la hemos hecho en varias ocasiones. ¿Qué motivaciones hay en mi corazón? ¿Lo que hago lo hago por amor y justicia o por acallar mi conciencia o porque me vean?