viernes, 25 de febrero de 2011

8º Domingo del Tiempo Ordinario

Texto: Mt 6, 24-34

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos».

Comentario:

El próximo 27 de febrero celebramos el octavo domingo del tiempo ordinario, damos un salto en el Sermón de la Montaña y pasamos a leer el capítulo 6 de Mateo, vv. 24-34. De nuevo un texto conocido, un texto apropiado para estos tiempos que corren. “Fijaos en las aves del cielo… fijaos en los lirios del campo… ¿no valéis más vosotros que ellos?... Buscad el Reino y su Justicia y lo demás se os dará por añadidura…”

Seguimos en el contexto de la enseñanza de Jesús a sus discípulos. En esta ocasión nos enseña a tener fe, a confiar. Si confiamos en quien tenemos que confiar, en Dios, si nos fiamos más de Él que de nuestras propias fuerzas, tendremos todo lo que necesitemos. Si nos esforzamos por conseguir la implantación del Reino que ha comenzado en Cristo, y con Él culminará, no tenemos por qué preocuparnos de nada. Si nos dedicamos a la tarea de Dios, Él nos proveerá de lo que necesitemos. Para qué agobiarse… Dios se preocupa de su obra, nosotros somos parte de ella, y tal vez la más importante, por qué nos iba a dejar de lado.

Hoy, con la actual situación económica, son muchos los que se afanan, los que se preocupan, los que se agobian, pero lo que el Evangelio viene a transmitirnos es que para qué todo eso, si como decía un cura conocido: “Dios proveerá”. La confianza, la fe es lo fundamental de la respuesta del hombre a la acción de Dios, pero debemos dejarle ser Dios. En más de una ocasión os he dicho que la fe es un don, y lo es. Por lo tanto, pidámoslo. El llegar al grado de confianza de no agobiarnos es un regalo, sólo podemos pedirlo. Habrá quién lo tenga y quién no; para quienes aún no lo tenemos, debemos pedirlo con más insistencia, como lo hacen los niños, y así llegar a alcanzar su grado de confianza. Pero lo cierto es que si alguna vez lo hemos experimentado, hemos sentido cómo cuanto más nos despreocupamos, más respuestas obtenemos. En cuanto dejamos de agobiarnos, Dios nos concede lo que necesitamos, incluso más. Santa Teresa lo recogió con otras palabras en su "Nada te turbe, nada te espante, quien a Dios tiene nada le falta".

¿Somos capaces de abandonarnos a la voluntad de Dios o cuando decimos en el Padrenuestro que se haga su voluntad, lo hacemos con la boca pequeña?