lunes, 20 de julio de 2009

17º Domingo del Tiempo Ordinario

El 17º Domingo del Tiempo Ordinario que celebramos este 26 de julio leemos Juan 6, 1-15. El texto recoge la multiplicación de los panes y de los peces, aunque seguimos el orden cronológico que recoge Marcos, hemos cambiado de evangelista por lo que los criterios interpretativos debemos resituarlos. Jesús se ha convertido en la imagen del Templo, por eso los judíos acuden a él en lugar de ir a Jerusalén al acercarse la Pascua. Jesús se ha convertido en el Cordero pascual que se da a los presentes, al repartir el mismo la comida. Por último Jesús rechaza la concepción de un mesías político como se deduce del versículo final.
En este Evangelio, podemos ver a Jesús como un libertador, pero no un libertador político, sino un liberador de la persona, sacia sus necesidades más básicas y deja de lado las cuestiones raciales, integristas y nacionalistas. Una vez más vemos a un Jesús que se ofrece a toda la humanidad, al que sólo le interesa el bienestar de los que a él se acercan.
Como os decía la semana pasada, es un Jesús atento a todas las necesidades de la gente, las corporales y las espirituales.
Nuestra misión como seguidores de Jesús es tratar de imitarle en la medida de nuestras posibilidades, Él nos enseñó que nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos, y somos sus amigos en la medida en que hacemos lo que nos dice. Sé que es difícil porque en nuestra sociedad no estamos acostumbrados a recibir amor gratuitamente, pero dejémonos inundar por ese amor. Dejemos que nos vaya transformando y tú y yo podremos estar atentos a los que están a nuestro rededor como lo hizo Jesús.