lunes, 19 de julio de 2010

Santiago Apóstol

Texto: Mt 20, 20-28

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?» Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda». Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?» Contestaron: «Lo somos». Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis, pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre». Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos».


Comentario:

Este 25 de julio celebramos la solemnidad de Santiago Apóstol y la liturgia nos ofrece la lectura de Mateo 20, 20-28.

El texto es aquel en que la madre de los Zebedeos le pide a Jesús que se sienten en su Reino, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los diez discípulos restantes murmuran, pero Jesús les recrimina y les da una lección que va en consonancia con el Evangelio de la semana pasada. “El que quiera ser el primero sea esclavo, el que quiera ser grande sea vuestro servidor”. Jesús justifica la acción de los Zebedeos, y la de los diez, que no está lejos de la de estos, en la concepción cultural del entorno.

De nuevo nos encontramos con la paradoja del Evangelio. Para ser grande hay que hacerse servidor, para ser el primero hay que ser el último, muriendo damos vida, dando recibimos, perdiéndonos nos encontramos… puede chocarnos en la cabeza, pero el corazón nos dice que es así. Jesús supo llevar esto hasta sus últimas consecuencias. Para salvar nuestras vidas, entregó la suya.

En el contexto de la fiesta de hoy, Mateo nos quiere enseñar el sentido de la cruz, el sentido del testimonio dado con la propia vida, como al final lo hizo Santiago. Que el mensaje de Jesús merece la pena ser vivido. Que viviendo para los demás somos más persona.

El mundo nos ofrece otros caminos, para ser el primero hay que pisar a los demás, para ser grande hay que tener más que los demás. ¿Quién es más digno de tu confianza, Jesús o el mundo? ¿Cuál es para ti el mejor camino para ser el primero? ¿Eres capaz de ser testigo de que esta forma de vivir merece la pena?