lunes, 29 de junio de 2009

14º Domingo del Tiempo Ordinario

Este domingo, 5 de julio, celebramos el 14º Domingo del Tiempo Ordinario y la liturgia nos ofrece el texto de Marcos 6, 1-6. En continuidad con el evangelio de la semana pasada, Jesús va a su pueblo y sus paisanos lo desprecian por ser el carpintero al que conocen de toda la vida, y dice eso de que nadie es profeta en su tierra. Nos cuenta que Jesús no pudo hacer milagros allí por la falta de fe, sólo curar algunos enfermos y que se fue a enseñar a los pueblos del rededor.
El autor separa en esta ocasión la función de hacer milagros de la taumatúrgica, la de curar enfermos, parece que para él las curaciones no son exactamente milagros. Y que estos se pueden dan dar porque la necesidad de los enfermos es la que les hace estar abiertos a la fe. Básicamente, la enseñanza fundamental de este Evangelio es que la presencia de la fe en el Reino es necesaria para que se puedan llevar a cabo los milagros, que creernos que algo puede ser hace que pueda ser.
A nivel humano, me viene a la cabeza un buen amigo, que además es psicólogo y que me anda diciendo que tengo que creerme lo que soy y lo que quiero ser, para que pueda llegar a hacerse realidad. Seguro que todos tenemos experiencia de esto, el considerarnos capaces de hacer algo hace que seamos capaces de hacerlo. No sé si es un refrán o un piropo pero dicen que si querer es poder y poder es tener, con lo que te quiero ¿cómo no te puedo tener?
Jesús descubrió hace ya un par de miles de años esta capacidad en nosotros y quiso que la aplicásemos a la construcción de un mundo mejor, a la implantación del Reino de Dios. La carencia de milagros en nuestros días pasa por nuestra falta de fe, por no creernos que otro mundo es posible. ¿Te crees que con la ayuda de Jesús podemos construir un mundo mejor, el Reino de Dios del que habla Marcos?