lunes, 8 de febrero de 2010

6º Domingo del Tiempo Ordinario

El próximo 14 de febrero celebramos el 6º Domingo del Tiempo Ordinario y leemos el texto de las Bienaventuranzas en Lucas 6, 17. 20-26. El Evangelio recoge los “dichosos vosotros y los ay de vosotros”. Los dichosos por cosas que, aparentemente para nosotros, son malas y que Jesús compara con los Profetas. Y, los ayes por cosas que, aparentemente para nosotros, son buenas y que Jesús compara con los falsos profetas. En una contraposición de pobres-ricos, hambrientos-saciados, reír-llorar, infames-famosos.
La cuestión es que lo que para nosotros hoy puede parecer bueno, en la dinámica del Reino, no lo es. Lo que hoy buscamos es lo que no construye el Reino y lo que rechazamos es lo que no colabora en su construcción.
Creo que no podemos posponer los efectos de estas bienaventuranzas, porque la construcción del Reino es una tarea del presente. Los ayes no son ninguna amenaza, son un aviso al estilo de los antiguos profetas, un aviso de que ese no es el camino correcto. Que el disfrutar de nuestras riquezas, reír, sentirnos saciados, disfrutar de la fama cuando hay personas que son pobres, que lloran, que pasan hambre, que carecen de de esa fama, no está bien.
La semana pasada veíamos que la confianza de Simón en las palabras de Jesús le cambiaba la vida y le daba la fuerza para reconocer su error y seguirle. Sólo el encuentro con Jesús nos permitirá darnos cuenta de la lógica de estas bienaventuranzas y nos dará la fuerza para librarnos de nuestro egoísmo. Sólo pensando en los demás y no en nosotros mismos podremos llegar a construir este Reino.
¿En quién piensas tú? ¿En qué grupo estás? ¿Te das cuenta de la situación de los que te rodean?