jueves, 30 de junio de 2011

14º Domingo del Tiempo Ordinario

Texto: Mt 11,25-30

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Comentario:

Este 3 de julio celebramos el 14º Domingo del Tiempo Ordinario y se nos propone el texto de Mateo 11, 25-30, donde se nos recoge una oración de Jesús, una bendición de Jesús a Dios por una paradoja, que los sabios no saben y los sencillos, sí. Que para adherirse a Dios hay que pasar por él, por el Hijo. Que debemos cargar con su yugo, con sus normas, que son más ligeras que las que teníamos antes y así podremos enfrentarnos a la realidad.

La realidad es que lo que Jesús nos plantea es una crítica a la arrogancia en la que vivimos. Los sabios y entendidos nos han propuesto un yugo pesado, una serie de normas que nos sirven para guiarnos en nuestras vidas, pero Jesús nos da una serie de máximas mucho más efectivas y livianas. Lo que Jesús nos propone es imponer la ley del amor, en la que se resumen la mayoría de las nomas que imponían los sabios, el verdadero por qué que tienen detrás es, precisamente ése. Creo que con un ejemplo lo entenderemos mejor: “los mandamientos de la Santa Madre Iglesia nos impone oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar”. El verdadero sentido de la norma está en que cuando quiero a alguien siento la necesidad de juntarme con Él, de pasar tiempo con Él, y se me impone un mínimo en esa relación. Pero ese mínimo quedará superando conforme avance en la relación. El fundamento es el mismo que el propio Jesús desechó cuando dijo que no estaba hecho el hombre para el sábado sino el sábado para el hombre. ¿Tiene sentido imponer una estancia en un lugar cuando no se quiere estar? Exactamente el mismo que imponer una inactividad para dedicarse a Dios. Jesús nos enseña a superar esto. Las normas nos sirven durante un período de nuestras vidas, llega un momento en que, como Israel, maduramos y ya no nos sirven, se nos quedan pequeñas; y debemos saber adaptarlas, saber cuál es la razón que tiene esa norma, su finalidad para poder adaptarla a nuestra nueva situación. Llegará un momento en que no me resulte suficiente oír misa, tendré que vivirla, y no sólo los domingos y fiestas.

¿Has descubierto el por qué que subyace en las normas? ¿Aún te valen esas normas? ¿Eres capaz de adaptarlas respetando su espíritu?